martes, 27 de noviembre de 2012

EFEMERIDES 27 de Noviembre

  • 1991 Héroes del Silencio se presentan en Colonia Alemania en el Club Luxor, son los últimos conciertos de la gira SENDA.
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  • 1993 En la gira EL CAMINO DEL EXCESO, Héroes del Silencio se encuentran recorriendo Europa con conciertos casi a diario, ha pesar que se acerca el fin de año, les falta brindar más de 20 conciertos.  Esta noche tocan en Brilon Alemania.

  • 1999 Bunbury se encuentra brindando conciertos por España de la gira del disco PEQUEÑO, hoy llega a Madrid y por primera vez como solista toca en la sala La Riviera, a continuación una crónica muy detallada de esa noche:

Crónica de un concierto histórico, sala La Riviera en Madrid, 27-11-1999.

Enrique Bunbury se reconcilió enteramente con su público, la gente vibró de forma intensa y única y se entregó totalmente a los pies de "el rey" Bunbury, al que acogieron como el hijo pródigo y le perdonaron todas sus faltas, reconociendo una vez más que le adoran, como no podía ser de otra forma. 

Me contaba entre los que pensaban que el nuevo directo de Bunbury iba a ser tranquilo y relajado, aunque desde luego emotivo y con canciones muy sentimentales... Nada más lejos de la realidad. El concierto fue lo más radical vivido hace años, la gente histérica se agolpaba y se aplastaba contra el escenario y botó y vibró de forma espectacular e inimaginable ante los acordes de la primera canción del concierto, cuando Bunbury pronunció aquello de : "Me calaste hondo...." .... y la Riviera se vino abajo.

Espectacular, sublime, sorprendente... El público respondió con creces a Bunbury, y éste agradecido se volcó igualmente.
Las luces se encendieron, cegaron a los fans, la confusión crecía... de pronto surgieron unas sombras, entre las que se atisbaban a los músicos. Allí apareció, cual fantasmagórica alegoría, Del Morán, saludando sonriente; Rafa Domínguez, guitarra en mano tb saludó. El ruido de la doble batería con la que nos sorprende Bunbury en su "Pequeño Cabaret Ambulante" nos dejó sordos y el público rugió y se avalanzó sobre las vallas protectoras del escenario, mientras un Bunbury vestido de rojo, con el pelo muy largo, sonriente y saludando, se puso frente al micrófono y : "Me calaste hondo...". El público entusiasmado empezó a botar y a cantar de forma histérica y convulsiva esa pequeña obra maestra con la que el genio de Bunbury inaugura la noche de hoy. 
Todos nos quedamos gratamente sorprendidos de lo que estaba pasando. El júbilo de ver a nuestro más querido artista en frente nuestra nos hizo olvidar todos nuestros viejos reproches, nuestras antiguas quejas y viejos cánticos de guerra. Hoy sólo es escuchó el "ENRIIIIQUE" y el "BUUUNBURY" y sólo una vez, ante la nostalgia de "Apuesta por el Rock'n'Roll" recordamos aquello de "Heroes Heroes", ante lo que Bunbury, tb generoso y dispuesto a reconciliarse, contestó únicamente con una sonrisa.

"Me calaste hondo ... y ahora me dueles". Todos nos quedamos afónicos cantando la primera canción, el estruendo era tan ensordecedor que apenas se escuchaba a los músicos, ahogados en el rugido de las masas. 
Bunbury saludó, nos dió las gracias, nos hizo varias reverencias... Nos habló de usted, "Muchísimas gracias por haber venido", "Tenemos unas pocas canciones que enseñarles"... y sin solución de continuidad, Copi pulsó las notas del semi-tango "Lejos de la Tristeza", y otra vez continuamos desgañitando nuestras gargantas y empujándonos como si avalancha se tratara frente a nuestros ídolos.

Presentó "Dudar, ¿Quizás?", en la que quedó constancia de la calidad musical de los artístas que constituyen este "Pequeño Cabaret Ambulante". Y dijo "esta es la canción de aquellos que no se sienten bien en ningún sitio, de los que no son de ninguna parte"... y otra vez a botar como locos con el piano de Copi y los acordes melancólicos de "El Extranjero".
Estábamos ya indudablemente entregados y vencidos cuando Del Morán, sin que Enrique dijera una palabra, empezó con el bajo de la canción que tiene visos de ser histórica, a mi entender la mejor de "Pequeño", con la que el público de nuevo rugió y concluyó con nuestras afónicas gargantas: "Sólo si me perdonas", que Bunbury cantó de forma esplendorosa y genial, demostrando una vez más la magnífica voz que tiene.

A todo esto Enrique había empezado tranquilo y sosegado, en la 1ª canción, sin moverse demasiado. Pero antes ya de que acabara, y al ver la entrega de la afición y el climax que estaba alcanzando la sala, Enrique, como en sus mejores tiempos, no paró de moverse: deambuló de un lado al otro del escenario, se acercó a Del Morán y Domínguez, pisó los bordes del escenario como si el concierto de La Riviera de Héroes se tratara, y bailó y movió su cabeza y su pelo de la forma en que nos acostumbró ya en radical sonora y antes con Héroes. Desde luego esto no era el concierto de un Jose Luis Perales como algunos pensaban, esto tenía mucho más "feeling" y el ambiente fue desde luego histórico.

Tras pedirnos perdón de esa magnífica forma, con "Sólo si me perdonas", todos ya le habíamos perdonado todo a Enrique. Y nos contó una pequeña historia que sirvió de introducción al siguiente tema: "Os voy a contar una pequeña historia: y es que yo estudié en un colegio... de curas cabrones... y siempre me enseñaron que siempre hay un camino, el que hay que seguir, el mejor, el más recto. Pero yo mientras tanto escuchaba discos, leía libros y oía a gente que me decían que ir Contracorriente podía ser mucho más divertido..." . El público volvío a gritar, y la banda comenzó a tocar "Contracorriente", y posteriormente una serie de versiones "empequeñecidas" por lo de transformadas a "Pequeño", que no por su calidad, que deberíamos decir "engrandecidas", una serie de versiones de Radical Sonora.
Tras "Contracorriente", la versión que pudimos ver en el "Séptimo" de "Big Bang", mucho más lenta pero tb magnífica, destacando el juego de batería y por supuesto, la omnipresente violinista de la banda, que requiere mención aparte por el increíble virtuosismo del que hace gala con sus instrumento.
Tras ella, "Alicia", tocada de una forma bastante similar a la de Radical Sonora, y luego "Salomé", en la que de nuevo pudimos ver ese magnífico violin dando calidad al conjunto.
Presentó después "Planeta Sur", diciendo "De Zaragoza para abajo es donde mejor se hace música del mundo...." e hizo un amago de final con "Contradictorio".... Pero eso no podía ser el final.
Los gritos de "Otra Otra", "Enrique Enrique", "Bunbury Bunbury" se sucedían y por supuesto el genio retornó al escenario, de nuevo sonriente y saludando, junto con el resto de la banda. Y empezó a hablarnos de alguién "que había creado la historia de la música en español desde hacía 20 años", y del que "todos somos unos meros aprendices", y "Aquí tienen al Maestro, Jaime Urrutia, Gabinete Caligari".

Tras los sucesivos aplausos y la expectación del público, Jaime Urrutia declaró que "era un honor estar compartiendo escenario con este público" y presentó la primera de la canción que tocarían juntos, "Más dura será la caída de los dos", que tocaron ambos a duo, y cantaron alternativamente, haciéndole Enrique los coros de una forma espectacular. Todos aplaudimos entusiasmados, pero eso no fue nada cuando Jaime dijo que "la siguiente canción que vamos a cantar es de un grupo Zaragozano, llamado Más Birras...", y el resto ya no se pudo oir, del fervor del público, y cuando escuchamos aquel "uhhhhhh uhhhhhh uhhhhh" con el que Enrique inició la famosa, enloquecida y aclamada versión de "Apuesta por el Rock'n'Roll", que Héroes el Silencio popularizó no hace mucho, y que acabó defintivamente con nuestras gargantas. 

"Ya no puedo darte el corazón... iré donde quieran mis botas..." todos corearon ensordecedoramente la Apuesta y reconocieron que "perdí mi apuesta por el rock'n'roll...". Jaime se fue y el público enloquecido empezó a demandar "Jineeete, Jineeete"... Enrique, feliz y complaciente, concedió nuestros deseos.
No sabemos si Bunbury había reservado "El Jinete" para el final, pero desde luego la tocó cuando todo el mundo quiso. Tal vez modificó el orden establecido, tal vez no. Enrique se llevó el dedo índice a los labios y demandó silencio. Cogió la guitarra y cantó, suave y tristemente "En la lejana montaña, va cabalgando un Jinete....".
El público cantaba tan fuerte y tan rápido que Enrique, como en el "Senda 91", paró la canción. "Me parece muy bien que la cantéis, pero no tan rápido...." y los fans comenzamos a aplaudir reconociendo el error y pidiendo mil perdones. De nuevo Enrique retomó la ranchera de Jose Alfredo Jiménez, y esta canción nos hizo una vez más reconocer el peazo concierto del que estábamos siendo partícipes.

El Jinete, vibrado por el público, tuvo su final habitual: Primero se fue Bunbury, luego Rafa, junto con la violinista, el saxo y la trompeta. Luego el segundo batería, después Ramón Gacías y, finalmente, Copi. Eso tenía toda la pinta de un final, pero nosotros nos negámos en rotundo a que así fuera. De nuevo surgieron los gritos de "Enrique Enrique", de "otra otra" y no nos resignamos. De ahí no nos moverían.

Y de nuevo salió Enrique al escenario, y dijo "permitirme que cantemos un par de canciones antes de irnos". Toda la sala fue un sólo e inmenso aplauso. Entonces, preguntó: "Hay algún nostálgico por aquí". Muchos levantamos la mano previendo la que se nos venía encima. Enrique nos miró y sentenció: "¡Abuelos!", y pronunció las palabras mágicas: "Me empequeñece la altura, no lo puedo evitar. Se me atascan las ideas...". De nuevo se cayó el estadio.
Genial, la versión ésta de "Tesoro" fue éxactamente igual a la del "Espíritu del Vino", sobre todo por la espectacular irrupción del violín, que le dio magia al evento, y ese matiz triste que hace de "Tesoro" una de las mejores canciones de ese album.
Pero todavía faltaban cosas por decir, Enrique dijo "ante el siglo 2000, ante tanta corruptela todavía tenemos que mandar un mensaje de esperanza..." , y "si ya no puede ir peor haz un último esfuerzo....", "El viento a favor" parecía el epílogo idóneo para esa gran noche.

Sin embargo Enrique para terminar habló de Discépolo: "mi abuelo fue un gran bailarín de tangos, aunque y o no he heredado nada... Para los que queremos aprender algo en esto de la música existen algunos que son de los grandes genios a la hora de hacer canciones, como Enrique Santos Discépolo", y tocó el tango aquel que cantó en el "Séptimo" con Calamaro. 

Fue un magnífico broche final para una noche histórica y que volvió a traer la magia a la Riviera, aquella que sentimos tanto con Héroes y que de nuevo, nos devuelve, de forma distina, con su propio estilo y personalidad, Bunbury y su "Pequeño Cabaret Ambulante".
Que de pequeño solo tiene el nombre.


  • 2002 Hoy Bunbury brinda su último concierto del año en México, lo hace en la fronteriza ciudad de Tijuana, luego regresará a España a brindar 9 conciertos por diferentes ciudades.

  • 2004 Bunbury llega a Monterrey, donde brinda un concierto acompañado de Gustavo Cerati en el Auditorio Coca Cola, les tenemos una nota de prensa:



  • 2010 Segunda noche del concierto de Bunbury en Málaga en el MAC (Málaga Auditorium Club), el recinto estuvo lleno, a continuación unas fotos y el set list de esa noche:




  • 2011 Continúa el 1er Round de LICENCIADO CANTINAS TOUR, girando por EEUU en conjunto con la banda ZOÉ, hoy llegan al Aragon Ballroom en Chicago, por primera vez en esta gira, Bunbury acompaña a Zoé a cantar la canción NADA en el escenario.  A continuación una crónica:

Enrique Bunbury y Zoé cantaron juntos en Chicago



Faltó tiempo para disfrutar a Zoé y Enrique Bunbury en el Aragon Ballroom.
El grupo mexicano arrancó su presentación después de las 8 p.m. del 27 de noviembre y duró sólo una hora. Fue suficiente si se toma en cuenta que cantaron varios de sus éxitos como “Vía láctea” y “Muerto/Dead”, todos en versión eléctrica, pero faltó más para darle más energía a la noche.




El “regalazo” fue que por primera vez en la gira que emprendieron con Bunbury, el zaragozano subió al escenario vistiendo una camiseta con el logotipo de Zoé, para cantar juntos “Nada”.
Esto era algo que se podía esperar desde el momento que grabaron juntos el tema y porque giran juntos. Pero no había sucedido en otros destinos y por eso, se recibió con más júbilo.

Después de las 9:30 le tocó el turno a Bunbury de comenzar su actuación. Tras una introducción musical de “Los Santos Inocentes” , comenzó su concierto incendiario –con saludo incluído-.

“Muchísimas gracias por venir Chicago, es un placer estar en el Aragon Ballroom, es un placer estar vuelta en este 'venue' y ustedes saben que para nosotros es increíble estar compartiendo esta gira con nuestros hermanos mexicanos de Zoé”, comentó.

Dijo que tocarían canciones nuevas que formarán parte del disco “Licenciado Cantinas” que sale a la venta el 13 de diciembre. “Pero también vamos a hacer algo de los discos anteriores, un recorrido por el pasado”, dijo antes de cantar “Doscientos huesos y un collar de calaveras”, de su disco “Hellville de luxe”.

Hubo mucho esa noche de los temas de su “El viaje a ninguna parte” (2004). Pareciera que ese disco, que ha definido como uno de sus trabajos más personales, tiene un significado muy especial y es el que nos servirá de antecedente de “Licenciado Cantinas”.

De ese material cantó “La señorita hermafrodita”, “Anidando liendres” ,“No me llames cariño”, “Que tengas suertecita”.
Intercaló con “Extranjero”, de “Pequeño”; “Ódiame”, el primer sencillo de “Licenciado Cantinas” y “Bing Bang” de “Radical Sonora”, “Sácame de aquí” y “Si”, de “Flamingos” .


Siguió con “Si me perdonas” (“Pequeño”); “De todo el mundo” (“Las consecuencias”) y la primera despedida fue con “El hombre delgado que no flaqueará jamás” (“Hellville de Luxe”).

El público lo miraba de un lado al otro, estaba totalmente hipnotizado, encantado por su concierto incendiario. “¡Enriqueeeeee!, ¡Enriqueeeeee!, ¡Enriqueeeeee!”., le gritaban, le reclamaban su presencia en el escenario.

Lo que realmente sorprende y logra ese encanto con Enrique Bunbury –y que pocos artistas hacen- es que ninguno de sus conciertos se parece. Otros artistas se limitan a cantar con el mismo estilo de cuando fueron grabados,como si el tiempo no hubiera transcurrido.

Enrique jamás se repite. En él siempre hay el factor novedad y la espera de lo inesperado. Un ejemplo en esta ocasión fue la versión del tema “Iberia sumergida” de los tiempos de Héroes del Silencio al estilo western. (Fascinante).



Los dos temas finales fueron “Infinito” (de “Pequeño”) y “Al final” (de “Flamingos”). Bunbury no tiene comparación. Innovar es lo suyo y se le agradece.

Disponemos del audio de ese concierto

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