1999 Bunbury continúa la sus conciertos promocionando el disco Pequeño, la primera parte de esta gira le lleva a recorrer España, hoy toca en Barcelona.
2000 Continúa la gira Pequeño, que ya empezó hace más de un año, ahora recorre México, esta noche tocan en Ciudad Juárez al corte del país. En la visita a esta ciudad, le "inspira" a Enrique a escribir una canción que luego formaría parte del siguiente disco, la canción es CIUDAD DE LAS BAJAS PASIONES:
2011 Segunda fecha de la nueva gira LICENCIADO CANTINAS, que recorre EEUU con la banda mexicana ZOÉ, hoy tocan en el GIBSON AMPHITEATRE en Los Ángeles, cada que avanza la gira se escuchan canciones en vivo del disco nuevo, a pesar que todavía no sale al mercado, hoy suena ÁNIMAS QUE NO AMANEZCA, aunque lo novedoso fue escuchar la canción BIG BANG del disco Radical Sonora, canción que hace muchos años no incluía en sus conciertos, acá el vídeo:
Reseña del concierto
de BUNBURY y ZOE en el Anfiteatro Gibson de L.A.
Texto, fotos y
video: Sergio Burstein
El hecho de que dos artistas o grupos
respondan vagamente a un género musical determinado es excusa suficiente como
para que los empresarios los coloquen dentro de un mismo paquete y sobre un
mismo escenario. El caso de Bunbury y Zoé -que
se encuentran actualmente enfrascados en una gira conjunta por diez
ciudades estadounidenses- puede parecer inicialmente como uno más de la
partida, ya que si bien los fans del rock en español saben perfectamente que
los dos actos colaboraron en una versión especial de “Nada” (un conocido tema
de los segundos), ambos manejan en el papel -y sobre todo en los discos-
propuestas musicales ciertamente distintas.
El más famoso, Bunbury, proviene de España, y
aunque inició sus andanzas con un grupo plenamente afincado en el rock
guitarrero de impronta anglosajona (Héroes del Silencio, por supuesto), ha
dedicado casi toda su carrera solista a una fusión en la que echa mano a varios
ritmos y estilos folklóricos de origen tanto mediterráneo como latinoamericano,
por no mencionar sus fuertes deudas con el ‘spaghetti western’. Por su parte,
Zoé, de la Ciudad de México, tiene una trayectoria de casi quince años en la
que nunca ha mostrado interés alguno por la música popular de su país,
prefiriendo siempre la elaboración de un rock con filiaciones oscuras y
electrónicas.
Sin embargo, después de asistir al concierto
del jueves pasado en el Anfiteatro Gibson(que fue el segundo de la
gira), nos quedó claro que la combinación funciona, no sólo porque, más allá de
sus distancias, los dos artistas tienen sensibilidades parecidas, sino porque,
una vez que se ponen sobre la tarima, comparten una vocación igualmente
rockera.
Bunbury sigue practicando un estilo muy
mestizo, sin duda alguna; pero la banda que lo acompaña ahora, Los
Santos Inocentes, sabe alternar los momentos musicales plácidos con unos
arranques realmente rocanroleros, que le dieron sobre todo oportunidad de
lucimiento a Jordi Mena, uno de sus dos guitarristas.
Esto no quiere decir que el zaragozano haya
abandonado lo suyo; de hecho, su próximo álbum, “Licenciado Cantinas”, que
sale el 13 de diciembre próximo y está compuesto por ‘covers’ del folklore
latinoamericano, es probablemente el menos ruidoso de su carrera, y el show del
Gibson se abrió con dos cortes provenientes de dicha placa. El primero de
ellos, titulado “El mar, el cielo y tú”, fue interpretado con la intervención
de un acordeón y de un requinto eléctrico, mientras que el contrabajo se
convirtió en un instrumento permanente de la velada.
Bunbury le dedicó su popular tema “El
extranjero” a todos los inmigrantes que la están pasando mal en Arizona; de
haber estado más al tanto de las noticias, hubiera mencionado también a
Alabama, pero él no es un reportero ni un analista político, sino un músico que
sabe hacer muy bien su trabajo, como lo probó a través de un set impecable, con
pocos sobresaltos pero con un nivel de calidad permanente que se vio facilitado
por las notables condiciones acústicas del local.
El “Licenciado Cantinas” volvió a hacerse
presente con su primer sencillo, “Odiame”, un tema de origen peruano que ha
despertado cierta polémica en los foros de Internet debido a su supuesto
alejamiento del “estilo” de Bunbury (como si él tuviera uno solo), pero que fue
inmensamente celebrado por la audiencia del Gibson, como lo fue en realidad
todo lo que presentó el español.
El mismo álbum tomó un descanso hasta la
recta final del espectáculo, cuando retornó con la impronta profundamente
norteña de “Animas, que no amanezca”, una canción que, en palabras del mismo
vocalista, “escuchamos por primera vez en el México profundo”.
Por supuesto, nada de lo que Bunbury
interpreta viene en su empaque original; todo se somete a su filtro personal,
en el que se detectan fuertes huellas de cabaret, R&B, aires vaqueros,
boleros y rock clásico. Los fans estuvieron particularmente felices con la
inesperada rendición de “Big-Bang”, una pieza de su primer disco, “Radical
sonora” (1997), aunque en vez de mantener el estilo eminentemente ‘electro’ de
la grabación, ésta llegó marcada por el funk y el poderoso wah-wah de las
guitarras.
Con su peculiar
atuendo y la inevitable llegada del sombrero, el zaragozano da siempre cuenta
de una devoción por el ‘western’ que, como se ha dicho más arriba, se plasma
también de manera generosa en la música que crea; pero lo cierto es que su
actitud entera -que algunos confunden con arrogancia- es la que le corresponde
a una verdadera estrella del rock, desde la entonación grandilocuente de su
canto hasta sus movimientos y sus poses en el escenario.
Pese a la falta total de escenografía y a la
ausencia de las pantallas gigantes que se encuentran casi siempre en el Gibson,
Bunbury parecía estar decidido a probarle a los asistentes que se encontraban
ante alguien realmente importante; y la verdad es que nadie salió con dudas al
respecto.
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